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Provocar el cambio

Cuando esté conmigo le cambiaré”. Esta frase la he oído infinidad de veces. Sobre todo en las conversaciones que, distendidamente, mantienen mis jóvenes alumnos deportivos cuando  hablan entre ellos sobre sus parejas. 

Tienen la esperanza, o mejor dicho  la confianza, de que van a ser capaces de pulir  esos “defectillos” que encuentran en el otro. De momento los asumen y soportan porque están convencidos de que más adelante lo arreglarán. 

Esta creencia les hace más llevaderas las situaciones incómodas provocadas por esas alteraciones de su media naranja, aún idílica. Así que, con esta tranquilidad, esperan a que llegue el momento de hacer las reivindicaciones oportunas: “Deja de relacionarte con ese amigo,.., no duermas tanto, no juegues tantas  horas a internet, deja de ir a comer los fines de semana con tus padres, etc,etc,etc.

Pero,…¿qué sucede cuando llegado el momento esto no ocurre? ¿Cómo es posible que ese ser amado no ceda ni un ápice en sus hábitos? ¿Cómo afecta a la relación el empecinamiento de la pareja en no cambiar, o la intención permanente de que el otro cambie?


Creo que a partir de aquí, además de los interrogantes anteriores, nos van a surgir un montón de preguntas más que tal vez nos inviten a realizar bastantes post sobre este asunto. De momento lanzo una pregunta,… ¿Es el amor bastante motivación para un cambio? O dos: " Ese cambio posible, ¿Has pensado también que tal vez un cambio provocará cambios que quizás no te gustarán?  

Mentiras

Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Esta frase se va a hacer realidad. Porque digan lo que digan, hay verdaderos profesionales de la mentira, a los que no hay manera de pillar. También hay ciertas mentiras que son necesarias para poder relacionarnos y vivir.

Algún fiel lector dirá que ya he hablado de este asunto. En efecto, concretamente en la entrada mentir se pone difícil. Pero es que cada día hay más novedades respecto a estos asuntos. La neurociencia sigue su carrera loca de descubrimientos y aplicaciones. 

Bueno pues ahora, además de la onda P300 se está trabajando con la N400. Si aquella se activa cuando vemos una imagen sobre la que tenemos recuerdos, ésta, la N400, varía cuando oímos una frase que no tiene sentido. Por ejemplo: “Ayer te tomaste una cerveza con Mari Pili”. Si  es verdad, la N400 se queda tranquilita. Pero como sea mentira, es decir, no tenga lógica,  se dispara. La velocidad de respuesta de estas ondas es tan rápida que no podemos controlarlas conscientemente.

Así que imaginad por un momento que nos implantan un chip en el cuerpo – al igual que ya lo hacen para otras aplicaciones – que mida estas ondas. Y que nos pongan en la frente un semáforo rojo-verde para indicar si mentimos o no. ¡Madre mía la que se va a liar!. Estos potenciales evocados van a provocar  un cambio brusco en determinados hábitos. Tal vez nos tengamos que preparar para este futuro tan cercano, en menos tiempo del que pensamos. 


Por tanto, por favor, ponedme de inmediato una maravillosa nota en esta entrada indicando que os gusta mucho lo que leéis. Yo os creeré sinceramente.