Acompáñame dándole al botón "Me gusta" y mejor aún dándole al botón "participar en este sitio". Se está muy bien en buena compañía.

En facebook

Seguidores

Empezar otra vez


Quienes ejercemos el coaching sabemos de la potencia de este método. Suele dar buenos resultados. Pero lo que más me gusta es que además es sorprendente. Por lo menos para el coach, es decir, para mí.  
Cuando acompaño a un cliente en la consecución de un objetivo, nunca sé que camino vamos a recorrer.  Por tanto necesito prepararme mentalmente para esto.  Aun así reconozco que me vienen flashes puntuales que me incitan a marcar el camino. Casi siempre consigo apagarlos. Es entonces cuando empieza la maravilla del proceso.  Desde mi punto de vista. Se abren opciones, se ven soluciones desde otro punto de vista, desde otra manera de pensar, aparecen barreras que mi experiencia nunca me permitiría adivinar.  Y descubro nuevos mundos, otras perspectivas, cambian las alternativas.

Y el cliente me enseña su camino. Su recorrido. Por dónde quiere o puede transitar.
Pongo como ejemplo el caso real de una persona que si bien tiene una buena formación académica aún no ha conseguido aplicarla en un trabajo. Su objetivo es encontrar ese puesto. Habla, se explica, se pone en situación, busca alternativas y posibilidades. Vamos dándole vueltas y vueltas en espiral hacia abajo y hacia arriba para ver sus motivaciones, ilusiones, esperanzas, limitaciones,…en fin todo aquello que puede servir para lograr su deseo.

Bien, bien, las sensaciones que tengo a medida transcurre la sesión son buenas.  Hasta que afrontamos las acciones a realizar. No sale. No. No fluye. El tono es el mismo pero hay algo que no va. No sé lo que es pero lo siento. Se atasca. No hay propuestas, no salen. El cliente considera que todo lo que ha hecho hasta ahora es suficiente.  Me saltan la alarmas. Cuando hay ilusión no suelen haber barreras mentales. Aquí las hay. ¿Qué está ocurriendo?   Me atrevo a decirle lo que siento.  Le pido que profundice algo más.

De repente la sorpresa. No quiere trabajar de lo suyo. No está dispuesto a hacer ningún esfuerzo en ese camino más allá de lo que ha hecho. Porque no le gusta. Quiere otra cosa, otro tipo de trabajo.

¡Dios mío, esto es un vuelco en la sesión! Hay que volver al inicio, a plantearse de nuevo un objetivo. Buscamos propuestas en las que trabajará durante el tiempo que transcurra hasta la siguiente sentada.  Si el cliente quiere,…

¿Cómo  compaginas tus objetivos con tus valores?  ¿Qué esfuerzo/tiempo  has dedicado/estás dedicando  a objetivos que sabes/intuyes que no quieres conseguir?  ¿Qué valor le das a tener tus cosas más claras?

La antena de Dios

Esta entrada no es fácil, no. Hasta ahora, en las ciento y pico que he escrito, trato de aplicar ciertos principios racionales, de aplicación casi diaria, y que ayudan  a preparar nuestro futuro. Así que introducir aquí un asunto como el de los fantasmas resulta, en principio, chocante.  Pero si hablamos de trascendencia y de espiritualidad entonces el asunto tal vez cambie.
Se están realizando experimentos neurocientíficos para estimular eléctricamente lóbulo temporal derecho  mediante los campos magnéticos creados por un artefacto que llaman la antena de Dios. Con esto se consigue provocar alucinaciones telepáticas (así lo describen los científicos) que provocan en el sujeto la sensación sentir presencias que no son detectadas a través de nuestro cinco sentidos. Tal vez de aquí, se pueda deducir que hay personas con una sensibilidad especial para conectar con un más allá o con una realidad extraña (o extraordinaria) debido a su anormal y excesiva actividad en esta parte del cerebro. De hecho algunas personas con convulsiones cerebrales recurrentes (epilepsia) pueden tener mayor predisposición para esto.
Y hasta aquí el resumen pseudocientífico (lo digo por mi mínimo conocimiento sobre estos asuntos).
¿Y qué opino yo? Pues como dicen algunos: “no creo en las brujas pero,…, haberlas, haylas”. También a mí me ha ocurrido alguna cosa que por supuesto me asustó. Eso sí, sólo me ha ocurrido cuando decidí experimentar. Como bien dicen en el video que os enchufo a continuación, hay que querer ponerse en este camino para poder recorrerlo. Porque si le decimos a nuestro cerebro que tenemos miedo a afrontar estas situaciones, entonces él nos va a bloquear todos los accesos a esta nueva ruta. Yo, seguramente, antes o después volveré a abrir esta espita. De momento, veo, estudio y espero.
Os dejo con esta tertulia interesantísima (a pesar de la presentadora que nunca ha sido santo de mi devoción ) sobre este asunto. Dura casi dos horas pero a poca curiosidad que tengas, se te van a hacer cortas.

Ah, si has tenido alguna experiencia de este tipo y nos la quieres contar, aquí tienes este blog para hacerlo. Seguro que nos da tema de conversación. Estoy convencido de que esta no será la última entrada que haga sobre este asunto. 

Vergüenza ajena

1.     vergüenza ajena Vergüenza que siente una persona como si fuera suya, por algo que hace o dice otra.
Es un sentimiento sorprendente. No haces nada, ves lo que hacen otros y te entran unas ganas imperiosas de meterte bajo el suelo. Un sinsentido, vaya.
El otro día estaba viendo una actuación callejera por invitación de un amigo. Era una coral de canto. Se veía a la legua que no eran profesionales. Mi amigo les conocía a todos.  Por supuesto comenté con él alguna cosa graciosa que ocurrió mientras cantaban. Sin malicia. Mi amigo me dijo en voz baja: “Los veo y no sé por qué siento vergüenza”.  
Se me quedó la frase en la cabeza. Porque yo he sido, y aún me ocurre, la persona que más vergüenzas ajenas ha sentido y seguramente, ahora que le doy vueltas, la que más debe haber provocado.
Sin embargo las que provoco yo, no me dan vergüenza. Sé que detrás de cada intento mío hay un esfuerzo, un intento de hacerlo bien. Esto me sirve de justificación para seguir adelante y no dejar que los comentarios maliciosos o que la incomprensión me hunda y me deje paralizado.
Pero claro, si esto sirve para mí, ¿por qué no se lo puedo aplicar a los demás? Detrás de aquel coro hay muchas horas de ensayo, muchas ganas de disfrutar, mucho esfuerzo. Así se lo dije a mi amigo. Mientras se lo comentaba, me decía a mí mismo: ¡Aplícate al cuento!
Estoy esperando que me venga otra vez ese sentimiento de vergüenza ajena para analizar, estudiar y dar el golpe definitivo que destierre de mi vida ese sentimiento incontrolado, irracional y vacío que se llama vergüenza ajena.

Como sé que aún quieres darle una vuelta más a esto, te adjunto un enlace que trata sobre el origen de la vergüenza ajena. http://habilidademocional.com/2012/06/30/la-ley-del-espejo/

¡Trabajo para todos...!


¿A qué me voy a dedicar en los próximos años? Tengo la suerte de tener un puesto de trabajo pero eso no me hace olvidar cuando no lo he tenido. De ahí que pensar en lo que podría hacer en un momento determinado si entro en el paro me tranquiliza. Sé que hoy en dia, como bien me comentó un amigo, hay trabajo pero no hay puestos de trabajo.
Dándole vueltas a este asunto – suelo hacerlo con frecuencia – tengo claro que Internet, ingeniería genética, análisis económicos, nanotecnología,  en fin, desde estos campos hay un montón de posibilidades de trabajo en el futuro.  De hecho, al final de este blog os incluyo varios enlaces que me han gustado por si os interesa ir un poco por delante de lo que puede ser el futuro.
Pero algunos me dirán, y con razón, que ya no están para estudiar una carrera de nuevo, que como mucho podrían hacer algún ciclo formativo. Y otros, que tal vez no lean este blog, tienen claro que sus habilidades son más bien manuales que intelectuales. ¿Qué hacer?

Pues mira, sirva como brainstorm, o lluvia de ideas. Seguramente no será el primero ni el último post que escriba sobre esto así que empezamos. Por supuesto, hablo principalmente de actividades que se pueden desarrollar en grandes núcleos urbanos.

Trabajos relacionados con la albañilería, reparaciones, pintura, etc. Eso no lo van a poder hacer nunca las máquinas. Ni tampoco van a venir desde fuera, desde otra localidad a repararnos un enchufe. Así que o se lo hace uno mismo o, se busca a alguien. ¿A quien llamar? A quien tenga la osadía de anunciarse en un entorno local. ¿Cómo se hace eso?  O buzoneo, o con el boca a boca, o asociándote a un comunity manager capaz de “barrer publicitariamente y por internet” una zona muy concreta próxima a ti. Por mi experiencia sé que en muchas viviendas necesitan localizar un  “manitas” cercano. ¡Y no lo encuentran!

Está de moda la agricultura ecológica. La gente lo quiere pero no es capaz de tenerla cerca y de confianza. Y el agricultor que se pueda dedicar a esto necesita saber que lo que produce lo va a vender. Hay muchos terrenos cultivables totalmente abandonados. Y bastantes clientes dispuestos a pagar algo más por un producto fresco y en la puerta de su casa.

Atención a la 3ª edad. Cada día hay más mayores que necesitan compañía, y los familiares necesitan liberarse de ciertas tareas de acompañamiento. Por ahí se puede buscar.

Todo lo relacionado con emociones, sentimientos, valores, etc. La pérdida del soporte religioso conlleva que haya muchas personas que no acaban de llenar un cierto vacío vital. Van a necesitar quien les acompañe, guíe, enseñe determinados caminos.

Especialistas en enseñar a ser padres. Hoy en dia, el nacimiento de un niño es casi un milagro. Hay tanto miedo a no saber serlo que quienes lo son van a necesitar fuertes apoyos.

Enseñanzas manuales. Cada día más los cursos de costura, de cocina, de punto, de agricultura, de…, de aquellas cosas que tú piensas que sabe hacer todo el mundo porque tú sabes hacerlas y que resulta que tú te estás convirtiendo en una especie en extinción… resulta que tienen más demanda. En algunos casos, hasta sorprendente.

Organizar profesionalmente actividades que te gustan y que hasta ahora no habías pensado explotar: buscar setas en el campo, enseñar la ciudad, maquetar miniaturas, hacer vino o cerveza, magia, fotografía,…, montar en bicicleta, …yo que sé.

Bueno, veréis que las posibilidades son grandes. Pero hay que darle vueltas y estudiarlo bien. Sin prisa y sin pausa.

Os dejo los enlaces que os he prometido por si queréis disfrutar del futuro que nos viene.  Esta primera es la que más me ha gustado.




http://calidadyexcelencia.wordpress.com/2013/12/23/5-profesiones-de-futuro-y-sin-paro-en-espana/comment-page-1/#comment-390

Un buen lector de este blog, Juan Carlos Montoya, nos recomienda la siguiente entrevista. Vale la pena escuchar a Sergio Fernandez. Gracias por tu aportación Juan.
 http://youtu.be/oinL42bYEmc

El calentón

La mujer subió al autobús urbano. Tras alcanzar éste la primera parada y volver a ponerse en marcha,  ella empezó a gritar que esa no era la ruta. No atendió a razones. Ni del conductor ni de nadie. No paró de vociferar contra el vehículo, contra el sorprendido  chófer ni contra los otros viajeros. La mujer maldijo a todos los allí presentes culpándoles de la situación y les deseó los peores males.
Cuando se abrieron de nuevo las puertas del vehículo, tras llegar a la siguiente estación, ella bajó del autobús. Mientras nos alejábamos la vimos seguir vociferando. 
Entre los pasajeros cruzamos miradas de sorpresa e incredulidad por lo sucedido. Vi al chófer tensar una higa. 

Esta situación esperpéntica ocurre más a menudo de lo que parece. No con el autobús, creo, pero sí con la vida. Tras equivocarnos en una elección no reconocemos nuestro error y además, achacamos todos los males a los demás.  ¡Y nos quedamos más anchos que largos! Necesitamos un culpable contra quien dirigir nuestros ataques, no atendemos a razones y no nos importa nada agredir o molestar a quien haga falta.
Además, “si yo estoy cabreado pues que los demás lo estén también,… ¿no hablan maravillas de la empatía? Pues que aprendan. “
Reconozco que no es fácil parar, analizar la situación desde fuera, pensar, recapacitar y corregir.  Pero está claro que la obcecación a lo mínimo que nos puede llevar es … a que nos hagan una higa. 
Higa



¿Cómo “paras” un momento de calentón?  ¿Cuándo conseguiste la última vez analizar una situación como si no te afectara? ¿Qué alternativas estudiaste? ¿Cómo te sentiste tras darte cuenta de que el error era tuyo? ¿Cómo le hubieras pedido a otro que reaccionara en tu lugar?